La "Salpassa", seguramente del latín salis sparsio, aspersión de sal, es una fiesta tradicional de los pueblos de la Comunidad Valenciana, aunque en muchos de ellos se ha perdido. Tiene gran tradición en los pueblos de la Marina Alta, en especial en los Valles de Pego,[1]​ teniendo en Pego, su capital, el mayor esplendor, siendo el pueblo más grande en que perdura, además de perdurar en pequeños pueblos de la zona como Forna (Adsubia), Vall de Ebo, Murla, Castell de Castells, Valle de Alcalá y otros pueblos de la zona.[2]​ También se conserva en otros pueblos de la Comunidad, como Otos,[3]​ Benilloba,[4]​ Albalat, Antella, Beniatjar, o Finestrat.[5]

La celebración de esta fiesta recoge el mandato del Ritual Romano de Benedicto XIV de bendecir[6]​ por Pascua de Resurrección las casas de la parroquia y que aún se conserva en el moderno Bendicional, aunque, anticipada habitualmente al Miércoles Santo (antiguo último día de la cuaresma, que hoy termina el Jueves Santo por la mañana), tenía por fin, además de bendecir las casas y las familias, anunciar las fiestas del Triduo Sacro e invitarles a participar en ella.

Aunque presenta variedades en los pueblos, la fiesta consiste en una visita del sacerdote o de párroco a todas las casas del pueblo. Allí, con agua bendita y, aún en muchos casos, con sal, asperje la vivienda desde la puerta, con la familia presente, diciendo en valenciano "La pau del Senyor a esta casa, i a tots els aci presents", esto es "La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí presentes", según el mandato evangélico de saludar deseando la paz. Después bendice el agua y la sal que la familia tiene ya a punto en una mesa dispuesta, le ofrece el "Lignum Crucis" u otra cruz y les desea "Bona Pasqua", Feliz Pascua de Resurrección. Como gratificación al sacerdote, se le ofrecía una gratificación económica y unos huevos, que ya dejaban de estar prohibidos al finalizar la Cuaresma.

Acompañando al sacerdote, los niños de la parroquia acompañan anunciando la llegada del mismo, en especial los monaguillos o acólitos, para los cuales se convertía en una verdadera fiesta, pues, tocaban campanas y cantaban cánticos tradicionales para que todo el pueblo conociese la llegada del preste.

Es interesante citar al Rvdo. Andrés Monzó Nogués, de Albalat de Taronchers, que describía la Salpassa en tiempos de la postguerra, y que es de gran interés, pues, donde se conserva esta fiesta, suele seguir casi el mismo rito. Dice así:

Referencias

Bibliografía

  • Monferrer i Monfort, Alvar (1995). La Salpassa. Sèrie Minor. Etnografia 26. Generalitat Valenciana. ISBN 84-482-1038-7

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